jueves, 7 de enero de 2016

Globo de helio y pensamientos variados.


Madre ocultando papada y cachorro.


     Escribo sentada en la mesa de la cocina, como siempre con algo de prisa. Y con el handicap de que Arturo se baña con Leo y hay un momento en que la cosa desbarra y oigo como dice -¡¡Leooo eso nooo, deja eso, Leo no te cagues en el aguaaa, ayyy deja los grifos (que vas a joder la caldera) y me resulta complicado concentrarme, y más complicado todavía no ir corriendo hacia allí. Pero aguanto porque no puedo ni quiero estar en todo y Arturo gestiona perfectamente todo el tema baño (como sabéis todos los días pasa una hora más o menos en la bañera, pone música y está con su hijo y yo aprovecho para escribir, para leer o para simplemente hacer cosas por casa). Me cuesta no meter el hocico en absolutamente todo lo que tiene que ver con Leo, y debo aprender a delegar más y mejor en los demás, aunque sea un poquito. Porque hay una cosa que me pasa y supongo que no seré la única, es como si Leo fuera un globo lleno de helio, y lo tengo agarrado del hilo, pero no puedo despistarme, no puedo de ninguna manera, pues si lo hago se escapará. Esa es mi sensación, la de que soy yo quién tiene la facultad de anclarlo al planeta tierra, y nunca me rendiré, iremos adelante. Por eso me gusta llevarle al colegio, llevarle a Psicotrade, recogerle, ser yo quien va a la piscina, salir con él a comprar, y hacer cualquier cosa con él, es decir, que no la hagan otros. No porque no lo hagan bien, si no porque siento que debo hacerlo yo. Es una cosa de mi mente. Tampoco es algo muy exagerado, de lo que hablo es de que tengo YO esa necesidad de hacerlo, porque me tranquiliza, porque no puedo evitar ser yo quién más conoce a mi hijo, sus resortes y amagos comunicativos. Y no me cuesta dejarlo a dormir en casa de mis padres, ni me cuesta que esté con mi suegra (al contrario, Leo los adora y con cada uno tiene su particular forma de relacionarse y de estar y además eso nos permite disfrutar de tiempo libre, propio o para la pareja, de ocio) pero a la vez es como si no pudiera dejar demasiado tiempo de lado esta responsabilidad. Y no está bien hecho así, porque al fin y al cabo para Leo todo es aprendizaje y capacidad de adaptación. Y recibe amor por todas partes. Es su familia. Y es mucho amor y muy importante. Por eso tengo que aprender a relajarme un poco. O no, porque lo escribo y no me lo creo ni yo. : )

       La preocupación sobre sus capacidades es enorme, pero poco a poco voy dejando que también esto pase a un segundo plano, ya que tengo plena confianza en mi hijo, sé que conseguiremos mucho y bueno, y vamos madurando de la mano, cada uno a su manera. La lentitud no me importa si de alguna manera estamos en el camino, pues lo que importa es llegar, y aunque todavía no sabemos dónde exactamente vamos a ir a parar, no deja de ser un camino que recorremos juntos y supongo que eso es lo importante.

      Muchas noches sueño que habla, de repente dice una frase y en el sueño me siento aliviada, pero poco sorprendida, porque es como si esperara ese momento y ya está. Siento sobre todo un alivio enorme. Cuando estamos juntos en la cama le pongo la mano en la cabeza y le digo te doy de mi  fuerza y mi verbo un poco de coña un poco en serio. A él he hace bastante gracia, vete a saber por qué.  Además quiere decir cosas, y no lo consigue, balbucea mucho,  parece soltar una frasecilla, pero la mayor parte de las veces no le entendemos, no sé. No tiene mucho afán comunicativo, aunque si algo le molesta, si tiene sed o hambre, o quiere salir, va desarrollando estrategias para hacérnoslo saber. Hoy además se ha pasado la tarde entera persiguiéndome. TODA LA TARDE detrás de mi, encima de mi, tirando de mi camisa, dando besos. Y me derrito, claro.

     Ya hemos vuelto al colegio y el primer día ha ido muy bien, Leo contento, ha comido fenomenal, ha salido del cole muy guay y en Psicotrade ha trabajado muy bien. Estoy orgullosa de mi cachorro, qué queréis que os diga.

     Y no doy para mucho más hoy. Tengo ganas de tumbarme un rato en el sofá mientras se termina el baño, estoy cansadísima aunque satisfecha. También tengo que hacerle la cena al caballerete pues cuando sale espera que esté todo preparado en la mesa de la cocina y si no es así suele cabrearse un poco.

     Hay un tema del que quiero hablar más extensamente, aunque hoy seré breve. Y es de la vulnerabilidad de los niños, y en concreto de los niños con autismo, como Leo. Estoy leyendo el libro Instrumental, de James Rhodes y tengo que dejarlo cada pocas páginas, tal es el nudo que se me hace en el estómago. He leído cosas muy crudas, los que me conocéis sabéis que soy una lectora empedernida (aunque ahora tenga menos tiempo, voy recuperando la energía) pero este libro me supera. No por la crudeza, y no por su forma, como digo he leído cosas más duras, pero supongo que tiene realidad por todas partes, fea y estrecha, o sí, tal vez es su forma de escribir sumado a que está zumbadísimo y a la vez es brillante y es dolor y tristeza y tampoco es tan brillante. No lo sé, pero me hace volver al tema de la vulnerabilidad de los niños y niñas, y en concreto cuando pienso en la de mi hijo, tan inocente como un pájaro desplumado, se me ponen los pelos de punta. Su rareza frente a los otros, su falta de dobleces (aunque sea un pícaro, no tiene nada que ver con eso) en definitiva su INOCENCIA superlativa. Su incapacidad comunicativa para decirme si alguien le hizo daño, le insultó, se aprovechó de él. Ahora es todavía muy pequeño y el entorno es amable, pero ¿qué pasará si algún día llegamos a un lugar donde tal vez juegan a ver quién es más hijo de la grandísima puta y yo no puedo darme cuenta? ¿Sabré si algo sucede? Confío en poder darle a mi hijo las herramientas para contármelo, confío en mi intuición y en mi capacidad para elegir quién nos rodea y cómo. Es una pesadilla, a todos los padres y madres nos pasa tengan o no autismo nuestros hijos, lo sé. Pero con autismo... en fin, obviamente la preocupación es mayor, en cantidad, en tiempo y en todos los entornos en los que el chaval vaya a estar sin nosotros.

Y ahora sí, diez minutos de sofá.

    

2 comentarios:

  1. El mundo desgraciadamente es un lugar salvaje. "It´s a wild world" dijo NIck Cave en una canción hace muchisímos años. Hay que elegir muy bien de quién te rodeas. Un beso para los tres.

    ResponderEliminar
  2. Con el tiempo el pánico se va suavizando, yo no hubiera podido sostener por siempre el sufrimiento de los primeros meses, años, proyectando sin poder evitarlo escenas terribles en la vida de mi hija, y de alguna manera , por cojines o x supervivencia, te vas relajando y aprendiendo a no pensar demasiado mas allá del hoy... Hoy velo porque el entorno de mis hijos sea seguro y mas allá solo queda confiar. Presumo que en un futuro seguirá siendo así. Seguro en la medida de las posibilidades de la familia y personas queridas. Los riesgos mas allá de lo controlable están siempre y solo podemos soltar las riendas y dejar que la vida nos viva como lo hace... Abrazo gigante y besazo para Leo. Que guapérrimo está :)

    ResponderEliminar

Gracias por venir. : )