miércoles, 29 de abril de 2015

Yann


El domingo pasado comenzamos a imitarle. Soprendentemente, desde entonces parece mucho más conectado y dice bastantes más palabras. Aunque me cuesta mucho seguir el ritmo, es absolutamente cansado, y sólo me apetece tirarme en el sofá y ver un culebrón mientras fumo un cigarro después de un vaso de leche con cola cao. Quiero decir, hoy lo he intentado pero sin éxito porque no me encuentro con fuerzas, además no ha dormido la siesta (se despertó a los cinco minutos por culpa de la tos) y cada hora con él es intensa y muy cansada. Me siento un poco culpable, pues se supone que una madre como toca, una madre coraje, una madre de esas que hacen historia, una de esas estaría ahora dale que te pego al Son Rise y no con el baby neptuno en la tele mientras escribe esto y le enchufa un bibe al nene que mientras se lo bebe mira las telarañas de las esquinas. Luego viene su padre, muy dispuesto a todo pero que también se desanima, también está cansado, trabaja mucho. Últimamente nos llevamos muy mal, sólo hablamos de Leo y de las posibles terapias, no hay más. No hay pareja, no hay nada entre nosotros que no sea la sombra del autismo y como minimizar el grave impacto sobre nuestras vidas. Hoy, en mi pensamiento de "Qué podría hacer para que mi día fuera todavía peor...." (ocurrencia de mi nuevo terapeuta) pensé que sin duda sería esperar algo, lo que sea, de Arturo o de mi entorno. De ese modo, teniendo grandes expectativas sobre cualquier cosa conseguiré buenas cotas de frustración y también de anulación como mujer joven y ser todavía fértil y sexual si nos limitamos a la pareja. El niño lo copa todo, y nosotros discutimos sin tiempo para nada más. No puede culparme, yo tampoco puedo culparle a él. Hay momentos en los que le odio profundamente, en los que siento (por qué siento esto sería hacer una gran revisión freudiana a toda mi historia) como si él me lo hubiera dado todo y yo sólo hubiese sido capaz de darle un hijo con una discapacidad. Es así de injusto para conmigo misma, así de duro. Muchas veces lo imagino casado con una chica pequeña y mona, licenciada en medicina, o en publicidad. Tienen una buena vida. Él no trabaja demasiado porque ella gana casi más que él. Vive económicamente tranquilo y viajan bastante. Él viste bien y tiene todos los dientes. Ella, por supuesto, también. Después de un par de años o tres de vivir juntos en un precioso loft del centro, algo anticuado pero con mucho encanto, lleno de libros y de discos de vinilo, deciden tener un hijo al que llaman Yann (por el Tiersen) y es un niño sano, neurotípico y al que le gusta ir en bici con papá y que habla por los codos. Ya tiene afición por pegarle patadas al balón y hace sentir orgulloso a papá, que le lee muchos cuentos y le toca todas las noches, para irse a dormir, una canción de Chucho que se llama Y minera.
Este pensamiento elaborado y que puedo llevar mucho más allá en el tiempo y el espacio, me hace sentir tan vulgar, tan fea, tan estúpida. Tan inválida. Bueno, cierro ya. Baby neptuno ha dado todo de si y hay que mover el esqueleto.

1 comentario:

Gracias por venir. : )