jueves, 19 de noviembre de 2015

Pantalones y charcas.


Leo después de una rabieta.

                Los lunes y jueves por la tarde, recojo a Leo del cole antes de hora y nos marchamos a atención temprana, donde pasa hora y media, dos sesiones de cuarenta y cinco minutos cada una, una orientada a la comunicación y el lenguaje, la atención y la permanencia en la actividad y otra de psicomotricidad. En el camino del colegio hasta aquí, que hoy hemos hecho en coche, casi me explota la cabeza. Leo tiene la facultad de ponerme histérica, sobre todo cuando protesta. Es decir, no es cuando llora, si no cuando emite gritos tan potentes que os juro que es imposible decir nada entre Arturo y yo sin elevar mucho la voz,  y se encabrona de manera total y absoluta porque por ejemplo "pide agua" - como dice él y yo (mierda como es posible que se me haya olvidado) no llevo ningún botellín en el coche (y eso que mi coche se acumula de todo al cabo de la semana, jerseys, rosquilletas, juguetes, papeles, monedas. Y también botellas, pero en esta ocasión todas vacias)
Total, no quiere nada, sólo agua. Y es que todavía no soy lo suficientemente previsora. Es muy difícil hacerle entender que tiene que esperar, a las personas con autismo les resulta muy peliagudo (tampoco es algo que se les de muy bien a los niños de tres años sin autismo, quiero decir, es una característica de los niños en general) pero a un niño neurotípico, puedes marearle un poco la perdiz, algo prácticamente imposible con Leo. Hemos llegado a Psicotrade justo antes de que la cosa petara del todo, le han dado agua y fin del problema. Y yo, tengo una horita y media para escribir mientras me tomo un café. (nota mental: no debo tomar café, voy como una moto)
            Los problemas en la comunicación empiezan a ser una pesadilla para nosotros, y poco a poco vamos viendo que también para Leo. Por lo que se va viendo en él, tiene una comprensión del lenguaje que no está nada mal en comparación con la dificultad expresiva. Ayer por ejemplo, se tiró algo de agua por encima del pantalón sin que nos diéramos cuenta, salimos a la calle y nos montó un pollo monumental. No había forma de calmarlo, no sabiamos que hacer. A veces empleo con él métodos conductistas, de los que en otra época y en otra situación habría renegado al cien por cien. Es decir, montas el pollo: Te aparto. Montarlo no te sirve de nada, y sí que puedo ayudarte a encontrar otra forma de decirme lo que te ocurre, pero no aceptaré esa. Te prestaré atención cuando te calmes. Sé que suena asqueroso pero como digo no pretendo ser juzgada en este blog, aunque quien quiera erigirse como máximo exponente de la verdad puede hacerlo en el salón de su casa y sentirse de puta madre. Me da igual. Para mi es muy duro. Es decir, siempre tendí de forma natural a la crianza respetuosa que desde luego no incluye métodos de super nanny (¡maldita zorra!) en su teoría ni en su práctica y ahora me veo a mi misma a veces siendo super dura con Leo, tratando de erradicar sus comportamientos inadecuados, en concreto las rabietas (que afortunadamente hoy por hoy son pocas) Supongo que hay que explicar (siempre es mi opinión) que en el autismo los comportamientos inadecuados pueden estancarse mucho y desde mi punto de vista hay que conseguir eliminarlos, aunque sea empleando métodos que me resultan complicados emocionalmente. Leo crecerá y si ya pesa 22 kilos con tres años y es alto como una torre, comprenderéis que no podemos darnos el lujo de sostener la rabieta monumental de un niño mayor que puede tumbarte de un puñetazo. El caso es que llevaba el pantalón mojado y salimos a la calle. A él debía de molestarle mucho pues como digo pilló un cabreo monumental, pero el pobre, mi amor, no podía decírmelo. Me di cuenta de esto y le dije, Leo vamos a casa, cambiamos EL PANTALÓN. Haciendo enfásis en esto y mientras nos dirigíamos a casa, EL PANTALÓN, EL PANTALÓN ESTÁ MOJADO se fue calmando. Se lo quité y zas, la rabieta desapareció. Esto nos hace ver que nos enfrentamos a un problema al que hay que ponerle ya remedio. Va creciendo y sus demandas son mayores, se frustra muchísimo por no poder expresar lo que necesita, algo que antes no sucedía pues al ser más bebé sus necesidades estaban fácilmente cubiertas.
Así que tenemos que ir dándole ya sistemas aumentativos de la comunicación. Leo no puede considerarse no verbal, puesto que habla y es capaz de pedir cosas (aunque muchas veces confunda palabras y pida agua cuando en realidad quiere rosquilleta o pida rosquilleta cuando en realidad quiere leche) Para peticiones así tiene lenguaje espontáneo aunque sea muy precario y como digo, se confunde mucho, también con palabras que suenan parecidas. Cuando era más pequeño, antes de tener un retroceso en el lenguaje, Leo tenía un vocabulario brutal. Sabía los nombres de los Beatles y podía nombrar casi cualquier cosa, además de tener una memoria que me parecía prodigiosa. De hecho, siempre pensé que era Asperger. A los dos años y cuatro meses, tuvo un retroceso en el lenguaje, aunque como digo este siempre fue nominativo y apenas comunicativo. Sabía lo que eran los testículos y los tentáculos, y después de este retroceso, le pedía que nombrara los tentáculos del pulpo y al decirle yo las primeras letras, te... el acababa la palabra: te.. stículos! y al contrario. Es decir, confunde palabras que suenan parecidas. Esto a modo de ejemplo. Confío en que con el tiempo mejorará su calidad expresiva y con el apoyo de pictogramas conseguiremos una comunicación fluida. Confío. Confío. 
         Como cualquier mamá, desarrollo un instinto para saber lo que mi hijo precisa que creo que nadie más tiene, a veces se vuelve loco pidiendo agua pero sé que en realidad lo que quiere es otra cosa (a lo mejor abrir la terraza) Conozco sus gestos, sus caras, sus miradas, la forma en que se desenvuelve en el mundo. Desarrollo este instinto doblemente ya que mi hijo no puede hablar ni expresarse como lo hace un niño típico de su misma edad. Esto me genera muchísimo estrés. Ya comenté en la anterior entrada: alerta constante. A ese nivel y a todos los demás (no puedes soltarle de la mano por la calle porque sale corriendo, se le ocurre que igual mola tirarse por el tobogán de pie sin ni siquiera mirar al suelo, o....  :)))) como esta semana pasada. Una amiga a la que no veia desde hace diez años por lo menos, se pone en contacto conmigo para vernos y además tiene un huerto cerca de Valencia, en el que cultiva ecológico y también tiene patos... me sugiere que le hagamos una visita y allá vamos. Recojo a Leo del colegio, llevo bastantes provisiones en el coche para el camino, y la bolsa de la que tendría que haberme desecho hace milenios, la que contiene una muda, pañales, toallitas y blablabla. 
Llegamos al huerto, bien aferrado de la mano sorteamos charcos de barro (la semana anterior había llovido bastante) y tras evitar el asesinato de un pato por un Leo apasionado y el asesinato de un niño por parte de un pato con muy mala leche, le suelto de la mano y... amigos, treinta segundos y el colega estaba sumergido en la charca de los patos (de la que por cierto no fui consciente hasta ese momento). Cuando digo sumergido quiero decir exactamente eso. Hasta la cabeza. Había metido un pie y el otro y había resbalado cayendo todo lo largo que es. Se levantó llorando (lo hizo unos diez segundos, otro día os hablaré de su hiposensibilidad) y entre Delia y yo le cambiamos de ropa. Como no tenía zapatillas de repuesto nos tuvimos que ir. Duramos cinco minutos en la huerta. (Al menos Delia y yo pudimos vernos y quedar para otro día, además nos fuimos con unas alcachofas riquísimas, naranjas y huevos frescos) 
Tenía mis dudas cuando mi amiga me invitó, porque como ya comenté, en entornos que no controlo tengo que estar triplemente alerta (estrés no, escuatro) pero me decidí porque sí, la vida sigue, aunque sea chopado de arriba a abajo. De todos modos, me sentí bastante mal (pese a las risas) porque la realidad es que estas situaciones son dificultosas con Leo, y limitan la vida social, las actividades que se pueden o no realizar y el tiempo que puede uno pasar en ellas. 
Necesito un masaje en las cervicales.


Foto de la charca en cuestión.


2 comentarios:

  1. Lo de olvidarse el agua es un clásico!!! Un besote Para esa madre valiente que se monta en el carro para ir a ver patos y otro grande para el grandullón que quiso ser uno por unos momentos!!!

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Gracias por venir. : )