miércoles, 18 de mayo de 2016

Avioneta

     Todo queda registrado. Casi todo. Quienes fuimos, delgados, jóvenes o tristes. Todo lo grabamos. Todo lo fotografiamos. Cuando Facebook me proporciona recuerdos de hace un par de años suele agradarme. Casi todo son fotos de Leo, de una vida que ahora me parece mejor. En el campo. Con los perros. Fotos que Arturo me mandaba desde la montaña donde casi cada día, iba de paseo con Leo. Un Leo explorador, buscador de gnomos en los huecos que se hacen en los troncos de las garroferas. No había nada que temer, aunque seguro que había cosas, pero no consigo recordarlas. Estas fotos me gustan, no me producen desasosiego, de algun modo el tiempo está detenido en ellas. Pero detenido de verdad, estático.
     Hoy voy a escribir rápido. En la carpeta  borradores, un post sobre el día del autismo que llevo escribiendo varios días, largo y lleno de opiniones. No sé si algún día lo publicaré. (Publicado está) Tal vez un día que esté enfadada, o que me sienta muy fuerte, un día de estos, cualquiera. Pero hoy estoy muy triste. Anoche, en el sofá, me puse a mirar el teléfono de Arturo, las fotos que hay almacenadas en google. Fui yendome atrás en el tiempo, y encontré un vídeo de Octubre de 2014. Estamos en el aeropuerto. A Leo le gustaban mucho los aviones y los helicópteros, así que nos fuimos a enseñarle aviones de verdad. El vídeo está grabado en la cristalera desde la que se ve como despegan y aterrizan. En el vídeo, mi hijo habla. Se entiende perfectamente lo que dice. Escuchar su voz ha sido tan precioso. Su voz, nítida. Su intención, su habla espontánea. Su manita señalando el maldito avión. Conforme va pasando el tiempo, nos olvidamos de esto. Es decir, lo sabemos. Lo recordamos. Pero a la vez lo olvidamos. No está ya y se diluye en el presente. Nos volvemos locos tratando de entender qué ha pasado. Nos volvemos locos preguntándonos cómo es posible que nos haya pasado esto. Mil preguntas que no obtienen ninguna respuesta. Nosotros vamos a buscarla. Vamos a intentarlo. Y tal vez, si la obtenemos, podremos encontrar el camino que devuelva a Leo todo aquello que desapareció y que sigue siendo suyo. 

Esta entrada, que escribí ya no sé que día se había quedado en la carpeta de borradores, como tantas otras que escribo pero luego no tengo ganas de publicar. Tras un peregrinaje absurdo en busca de un síndrome raro que afecta al lenguaje el diágnostico sigue siendo el mismo: autismo.

1 comentario:

Gracias por venir. : )